jueves, 6 de diciembre de 2012

LA SRTA. COÑO COGE EL AUTOBÚS



LA SRTA. COÑO COGE EL AUTOBÚS

La Sta. Coño estaba cada mañana puntual en la parada de autobús para coger el de las 6.45, lo que le permitía llegar a su trabajo a las 7:05, a pesar de que su jornada comenzaba a las 8:00.
Hacía un mes que era la nueva jefa de ventas de una importante empresa en alza. Su nuevo trabajo le permitía poder llevar un alto nivel de vida. Podía  ir a la peluquería dos veces por semana y vestir con elegancia y usar los perfumes más caros.  Su apariencia física había sido fundamental para conseguir aquel trabajo y lo sería también para mantenerlo.
También podía permitirse comer en los mejores restaurantes de la ciudad. Pero la Srta. Coño acostumbraba a ir siempre acompañada a los restaurantes y  siempre eran sus pretendientes quienes pagaban la cuenta o corría a cargo de la empresa. Su jefe, el  Sr. Mempino, que supo que ella era la persona ideal para ese puesto desde la primera entrevista, la invitarla a comer cada día.
Cada mañana, la Srta. Coño coincidía con las mismas personas en la parada del autobús. Y era el mismo conductor el que las llevaba  a sus puestos de trabajo.
La Sra. Ramírez y su hija Consuelo miraban siempre con curiosidad a la Srta. Coño.  La Sra. Ramírez se preguntaba dónde compraba esa ropa tan elegante y su hija se preguntaba  si la Srta. Coño tenía novio. Y si era rico y guapo. Y si lo conoció cuando era una niña pequeña y fea como ella…
El Sr Flores, que siempre ocupaba el asiento trasero del autobús, mientras pintaba garabatos sobre las caras de las mujeres que aparecían en la revista de moda que ojeaba;  se preguntaba si la Srta. Coño accedería algún día a tener una cita con él y se preguntaba también, si él tendría valor algún día para dirigirse a ella…
Laura Zorrales que siempre corría para poder coger el autobús que la llevara a la escuela dónde era la chica con más éxito entre los chicos, se preguntaba si la Srta. Coño tenía amantes… y si ella era buena amante… Pues no veía joyas en su cuello ni muñecas, pero su perfume era de una exquisitez y delicadeza privilegiada…
Jonás Rabo,  adicto a la masturbación, cubría su miembro erecto con su abrigo y mientras se tocaba  disimuladamente, se preguntaba si la Srta. Coño tenía orgasmos diarios y con qué frecuencia los tenía sola o acompañada…
 El conductor del autobús, enamorado de la Srta. Coño desde el primer día que la recogió, se preguntaba por qué la bella dama nunca le dirigía un saludo cuando entraba en  su autobús.
La Srta. Coño con la vista perdida todo el trayecto,  no se preguntaba por qué todos la miraban…
Y ustedes lectores, se preguntarán por qué la Srta. Coño iba al trabajo en autobús…

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